domingo, 23 de noviembre de 2008

Mi corazón también debía seguiR latiendo... aunque no podía oíR

Resultó atroz. Tenía la sensación de que me habían practicado una gran abertura en el pecho, a través de la cual me habían extirpado los principales organos vitales y luego me habían dejado allí, rajada, con las profundas heridas sin curar y sangrando y palpitando a pesar del tiempo transcurrido... Luché por recuperar el aturdimiento, la negación, pero me eludía.

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